miércoles, 24 de junio de 2009

FALTA UNA BOLA DE ESTAMBRE


Cual pueblo fantasma perdido entre montañas, se encuentra Tierra firme, quizá no perdido pero si abriéndose paso entre ellas, escalando, pretendiendo llegar a la cima, pero al parecer la montaña no quiere dejarlo ascender. Su soledad lo hace un pueblo de sombras, sus calles vacías, sólo el susurro del viento y el cantar de los gallos amenizan la inefable tristeza de una ausencia humana, pues pareciera que los habitantes de este pueblo, fueran realmente espectros.





Pero al parecer estos espíritus no son fantasmas, son seres humanos que salen de cuando en cuando a recorrer este pueblo, casi siempre están trabajando o estudiando, según parece es muy poco el tiempo que pasan en sus casas, pero cuando lo hacen los niños y niñas salen a jugar, los niños juegan futbol, las niñas con sus muñecas, los hombres salen de pronto a tomar una cerveza o a jugar un chico de billar, pues sí, en este barrio que al parecer está perdido en el tiempo hay un billar y es de los pocos lugares donde siempre se ve gente en este sector, las mujeres también salen, las encontramos en los frentes de sus casas hablando con sus vecinas; pero estos hechos son muy poco frecuentes, pues, la mayoría del tiempo este barrio permanece solo, sólo algunos lugares muestran más movimiento.




La excepción a esta regla es la finca Los Sauces, es un pequeño centro de recreación ubicado en el sector, es uno de los únicos lugares donde los habitantes del sector, completamente ausentes la mayor parte del tiempo, salen a ser seres humanos, sus espíritus siempre reticentes a las miradas de otros vuelven a sus cuerpos y comparten momentos hilarantes con sus familias y las demás personas a su alrededor, disfrutan de la piscina de agua natural, del ambiente relajante que se siente en este lugar, preparan sus alimentos, como asados o el típico sancocho de gallina, lo que hace a una entretenida salida de casa un inconfundible “paseo de olla”; y no sólo son los habitantes del sector los que visitan este bello lugar, también viene gente de muchas partes de la ciudad.




Otro de estos lugares es “El restaurante”, sencillamente así lo llaman los vecinos del sector y los habitantes del barrio, es un lugar que no tiene nombre, pero que todos, todos los días se ve gente ocupando sus mesas, que desde las once y media de la mañana empiezan a llegar a tomar sus alimentos. El dueño del establecimiento es consciente de la soledad del barrio, “esto siempre es muy solo, la gente trabaja todo el día, los niños estudian, pero siempre llega gente al medio día, pues casi nunca alcanzan a hacer el almuerzo y siempre vienen a mi restaurante”, dice.



Otro espacio de este barrio son las canchas, quedan casi al final del barrio, casi a dos pasos de llegar a la montaña. Junto a las canchas, hay un parque, en el: un rodadero, unos cuantos columpios, caballitos y muchas piedras, piedras de gran tamaño, que para los niños podrían ser un juego más. Pero no, parece que allí sólo jugaran las piedras. Este es también un lugar donde se refleja la soledad del sector, es el espacio perfecto para que una bola de estambre ruede, pero a veces esto sería lo único que le hace falta a este pueblo fantasma.





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